Una universitaria palestina, tres veces herida por el Ejército y la Policía hebreas cuando realizaba tareas de enfermera, se estalló en el centro de Jerusalén en la mañana del domingo 27 causando un muerto y un centenar de heridos, convirtiéndose así en la primera mujer bomba palestina.

Con este nuevo elemento, todo palestino se convierte en potencial sospechoso, ya no sólo los hombres.

La costumbre indica que Sharon devolverá el sufrimiento ampliado.

En el anterior párrafo se observa la evidente diferencia de trato a una y otra parte por quien debería ser imparcial en su papel mediador. Si no se es imparcial es imposible que se pueda realizar dicho papel mediador, a menos que lo que realmente se quiera conseguir sea torpedear cualquier posible solución del conflicto.

Es patético ver a Bush decir ante las cámaras que no cree que Arafat desee acabar con los atentados y silenciar que esa incapacidad es también manifiesta en el lado israelí que con toda su tecnología estadounidense, su Shin Bet, sus medios económicos y el bloqueo militar de los territorios palestinos es incapaz de detener los atentados en los territorios controlados por ellos.

Es patético no oir ninguna condena de su boca contra las represalias mafiosas israelíes en la forma de demolición de casas, edificios públicos, arrestos militares y bloqueos económicos. Acciones todas estas que engrosan las filas terroristas y radicales por la desesperanza, pobreza y sufrimiento que provocan.

Es patético que la única solución que adoptan los dirigentes israelíes sea una y otra vez el uso de aviones, helicópteros y tanques de forma indiscriminada tras un atentado, a pesar de que no obtienen ningún resultado tangible a su problema.

Se imagina que tras un atentado de ETA el Gobierno desatara operaciones militares de represalia contra pueblos vascos y toda la población vasca en general. Este escenario inconcebible es el que sucede en Palestina desde hace 40 años.

Sharon parece que está encaminando sus pasos a una deportación masiva o a una política explícita de bantustanes (como en Suráfrica) en las zonas más pobres de Palestina, como ya está sucendiendo de hecho y denunciado públicamente por la UE.